Oye, he notado que a Fedro se lo va a llevar Sócrates debajo de un plátano
a hablarle del amor. ¿No te parece que eso ya es putería descarada? ¿O me vas a
salir con que “tengo que aprender a mirar con los lentes de Sócrates”? ¡No
mames! Si los griegos eran super putos, es bien sabido. Ya, ya. Ahora resulta
que soy “el prototipo de la estupidez occidental”. Pues, será el sereno, pero a
mí ese Sócrates no me va a llevar a ningún platanar a hablarme de ni madres.
Además, ¿quién coño es Sócrates? ¿Era el griego ese cegatón que escribió
una rapsodia? ¿La Rapsodia Bohemia se llamaba, no? ¿Y no se murió de sida por
gay? ¿Ya ves? ¡Sócrates es puto! ¡Y además pedófilo! Porque a mí me da que el
tal Fedro es menor de edad. Se nota en lo pendejín que es para hacer preguntas.
Bueno, ahora que lo dices, sí es cierto, para hacer preguntas pendejas no hay
edad. Mi maestra de primaria decía que no hay preguntas pendejas, hay pendejos
que no preguntan. ¿Será? Para mí que hay mucha gente pendeja, independientemente
de si pregunta o no. Mira, yo últimamente he venido conociendo a varios. Bueno,
yo creo que he conocido a un chingo a lo largo de mi vida, pero he sido, a mi
vez, bastante pendejo para identificarlos. Ahora, como tú bien dices, “estoy
aprendiendo a ponerme los lentes correctos” para identificarlos.
Y, ya te lo digo, ese Fedro es puto y pendejín y ese Sócrates es pedófilo.
Y no hay quien me saque de eso. Además, de los cantantes de rock se dicen
muchas cosas y, luego, con el asunto ese de ¡Mamma mia, let me go! Pues ya
queda muy claro todo ¿Qué, no?
¿Cómo de que no? ¿No que Sócrates era griego? ¿Y entonces? Pues claro que
era ese que empezaba su rola con aquello de “canto, oh, diosa, la cólera del
pelida Aquiles, mamma mia let me go”. Ah, chingá, ¿entonces no son el mismo
cabrón? ¿Horacio dices que se llama el que yo digo? ¿Y entonces qué carajo hizo
Sócrates, cogerse a Fedro y ya? “Yo sólo sé que no sé nada”. ¿Eso dijo? Ay,
cabrón, qué denso. ¿Y si no sabía nada por qué Fedro quería que le explicara
cosas? ¿Ves que Fedro es pendejo? Que me pregunte a mí y ya está, eso sí, en un
café o en un lugar público y que no se me quiera lanzar a los besos porque
entonces sí que le enseño lo que yo sé.
¿Que el poder qué? ¿Que lo dijo quién? ¿Fu qué? Ah, no, ya es demasiado
esto. Tú lo que quieres es convertirme, jugar con mis sentimientos. Mira,
hacemos una cosa: tú me dejas creer lo que yo quiera y yo te dejo hablar de los
putos que te dé la gana, porque, pa’ mí, que a ese Fukó también le gusta masticar
raíces. A ver, a ver, dime que no.
¿Ya ves? Si yo siempre tengo razón, chingada madre. ¿Que qué es la razón?
Ah, no, ahora no me vas a atormentar también con eso. Yo creo que podemos
hablar mejor de la explotación del proletariado o algo así más, como decir, más
de actualidá, pues.
A ver, ¿quién es el Carlitos ese?